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Las cualidades fundamentales de los vehículos eléctricos benefician a la comunidad.
La propulsión eléctrica no produce contaminantes tóxicos y desagradables como pueden ser los óxidos de nitrógeno o partículas e hidrocarburos no quemados a nivel del vehículo. Este, es un avance muy significativo en grandes ciudades congestionadas.
El coche eléctrico no emite CO2 durante su uso. Estas características han llevado a la popularización de los coches eléctricos como vehículos "ecológicos", "libres de carbono" o "cero emisiones". Es mensaje muy exitoso pero sorprendente. A diferencia de los coches eléctricos, a nadie se le ocurrió bautizar a la calefacción eléctrica como "calefacción cero emisiones". Cabe señalar que la producción de electricidad térmica más extendida en el mundo se basa en el carbón, gas, o en productos de lignito o petróleo, que generan emisiones de CO2, óxidos de nitrógeno y multitud de partículas. Por lo tanto, es bastante irresponsable considerar sistemáticamente vehículos eléctricos como una manera efectiva de luchar contra el calentamiento global.
Con los coches 100% eléctricos, el ruido se reduce. En velocidades reducidas o durante la aceleración, el motor del coche eléctrico emite menos ruido que un motor de combustión, especialmente si este es diésel. Por lo tanto, este progreso es bastante apreciado en ciudades. A mayores velocidades, esta ventaja es menos significativa debido a la predominancia del ruido de la rodadura y el viento.
El coche eléctrico no utiliza combustible, de tal manera que hace posible la reducción del consumo de petróleo (mientras se incrementa el consumo de una energía primaria). Al igual que con las emisiones de CO2, el objetivo puede conseguirse parcialmente mediante la reducción del uso específico de vehículos de combustión o usando agrocombustibles. Sin embargo, para países que buscan una independencia del petróleo, como Israel o China, el vehículo eléctrico parece ser una prioridad.
